29 sept 2012

Mi vida en Brugurera - Capitulo 9 - Cómo conocí a Gemma Bitrian

                                 Un equívoco que nos hizo morir de risa.
Ya expliqué cómo conocí a Gemma Bitrian, antes de encontrarnos en Bruguera. Ella trabajaba en Instituto Inter, de enseñanza por correspondencia, y yo hacia los dibujos para sus cursos, folletos, anuncios, etc.
Cuando iba a entregar mi trabajo, me recibía Gemma que era, entonces, una cría de dieciséis años, y me acompañaba al despacho del director. No teníamos más contacto.
En aquella época yo era más tonto e ingenuo de lo normal, y no veía cosas que eran evidentes para los demás. Cuando Gemma me dejaba en el despacho del director, este miraba mi trabajo e, invariablemente, me decía: “Me gusta mucho más usted que el otro dibujante”, y yo me quedaba más contento que si hubiese comido una paella, y así hasta la nueva entrega y la misma frase.
Pasó casi un año sin que yo viera nada raro, hasta que un día fue distinto. Al salir de aquellas oficinas, y ya en la calle, el director vino corriendo tras de mí, pasó el brazo sobre mi hombro y, mientras me miraba con ojos desorbitados, me invitó a ir a la playa con sus amigos.
Hasta aquel momento no me di cuenta de que aquel  hombre era Gay. Le grité, más que le dije, un rotundo No, y se marchó sin volver a insinuar nada parecido mientras trabajé para ellos.
Yo no tengo ningún tipo de racismo, de color, religión o tendencia sexual, pero no quiero que intenten convertirme a nada de lo que yo no soy.
Poco después empecé a llevar el estudio de publicidad de Bruguera, y Gemma también comenzó su trabajo allí. Nos hicimos muy buenos amigos y, hasta más de un año después, no volvimos a hablar del Instituto, de su director ni de lo que ella creía.
Fue cuando empecé a salir con Conchita, la secretaria del departamento de publicidad, de la que ya he hablado en otros capítulos, y que no dudo volverá a reírse cuando lea esto. El dibujo que acompaña este texto se lo hice a ella en aquella época, pues me hizo de modelo en más de una ocasión. Como ya dije, era la chica más guapa de Bruguera.
Cuando Gemma se dio cuenta de la relación  que teníamos, y no disimulábamos, me dijo: Ostras, Edmond, todos estos años estaba convencida de que eras gay (entonces utilizábamos otra palabra para referirnos a este tipo de relaciones). “Yo siempre acompañaba a las parejas que tenía el director del Instituto a su despacho, como a ti, y pensaba que lo de los dibujos era una excusa”.
Lo que nos reímos aquel día, y después en el transcurso del tiempo, cada vez que lo recordábamos, fue desternillante.
El día que conocí a Gemma, abriéndome la puerta de aquel despacho, no imaginaba la amistad tan maravillosa que me regaló durante toda su vida.

27 sept 2012

26 sept 2012

Un nuevo retrato al carbón

Retrato de Palmira. Lo hice hace tiempo y quiero añadirlo a este espacio. Si este fin de semana puedo pondré algo que os hará reir. Yo prefiero hacer reir que llorar!

24 sept 2012

Mi padre cumple hoy 104 años - Hace diez años sucedió lo que podeís leer a continuación

LA RISA TAMBIEN PUEDE LLEGAR POR CORREO ELECTRÓNICO.

Os he dicho que en estos años de profesión la risa ha sido una de las mejores cosas que he vivido. Como ejemplo ahí van un par de cartas de las muchas que he intercambiado con mis amigos. En este caso se trata de la respuesta de Luis Llorente, el director de Creaciones Editoriales, a una de mis cartas en la que le explicaba como, en uno de mis habituales despistes olvidé a mi padre, que entonces tenía 95 años, en el parking de “El Corte Inglés” y no me di cuenta hasta llegar a casa.
Su respuesta fue esta:

Querido Edmond:
Tus últimos mensajes me han preocupado mucho. Me temo que la situación se ha complicado horriblemente y no se como vas a salir de esta. Mejor será que te busques un buen abogado y le digas la verdad. Ya sabes que el tiempo parece divertirse aireando cosas que parecía nadie podía saber. Te paso un recorte del PAIS. Había pensado enviártelo por fax, pero el papel de la prensa al ser impreso por los dos lados queda muy borroso en el fax.
EL CASO CUYÁS. Nuevo misterio que pasará a la historia de los que nunca fueron resueltos: acusa a su hijo de abandonarle en un aparcamiento y largarse con la compra. El hijo dice que su padre debió caerse en el coche y fugarse por el tubo de escape. (Esta teoría está siendo probada en el laboratorio) La esposa, conocida retratista menorquina, dice que va tirando pero no aclara nada. Si el hijo dice la verdad y no le abandonó, queda la duda de si el padre tiene algún lío y quería largarse sin dejar pistas, o si accidentalmente quedó solo y abandonado y aprovechó la ocasión para fugarse. (su reacción no parece indicar que este es el caso)
El hijo parece inclinado a creer que Aznar está envuelto en este embrollo y le acusa de ser vengativo con los que no le han votado. La situación se complica. La policía ha conseguido pruebas (cheques del extranjero) de que el hijo está recibiendo dinero en abundancia de las afueras de la Comunidad Europea. ¿Extorsión? ¿Drogas?
Se involucra a la madre quien al parecer, amparándose en misteriosas enfermedades, consigue las drogas que son exportadas al Norte de Europa, dónde las investigaciones son más difíciles. La situación es explosiva. Las acusaciones son serias. Oficiosamente se sabe que el Sr. Cuyás se ha amarrado al piano por la cintura y que ha clavado el instrumento al suelo y a la pared, escondiendo dentro del piano un contenedor de gas para mecheros envenenado, que podría hacer explotar tocando unas notas que sólo él conoce. Se niega a abandonar el piso y ha colgado una pancarta de la ventana que todo el mundo puede ver, que dice así:
El Sr. Cuyás no saldrá nunca jamás
Al Corte Ingles no volverá otra vez.
Edmond: estas son las noticias. Te las paso sin adulterar, para que no me acuses de ser partidario de unos o de otros. Soy neutral y me limito a transmitir lo publicado.
De trabajo ya hablaremos. Ahora estoy muy preocupado por todo este embrollo.
Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
Un fuerte abrazo. Luis


Querido Luis:
El recorte que me mandaste de El País me dejó perplejo. Precisamente un periodista de este diario me ofreció un pastón por la exclusiva y al no conseguir que se la vendiera actuó por pura venganza con un artículo tan despiadado. Tu ya sabes que soy incapaz de vender la vida privada de mi familia por cuatro perras, y cuando les dije el precio que yo consideraba adecuado me hicieron esta putada: no me pagaron nada y encima vertieron un cúmulo de mentiras en este artículo vergonzoso y miserable que ha dejado mi buen nombre humillado y escarnecido.
El caso Cuyás, como lo titulan, es un cúmulo de falsedades. Yo jamás dije que “se fugó por el tubo de escape”, (como verás más adelante se trata de un gaseoducto, pero ya llegaremos a eso...) lo que hice fue ponerle el tubo de escape en la boca para ver si conseguía engordarle un poco para que quedara mejor en las fotos, si conseguía vender el artículo a buen precio: en la revista Hola, por ejemplo, no quieren personas tan flacas si no es para un anuncio de cereales.
En lo único que podrían tener razón es en el convencimiento de que Aznar está metido hasta las cejas en todo este sucio asunto. Aquel bigote no puede ocultar unas aviesas intenciones: pero el problema es que mi padre tampoco le votó. ¿No será todo ello una conspiración judeo-masónica como diría un viejo generalísimo, que en paz descanse?
Efectivamente el mencionado Cuyás, que parece ser mi padre por lo que dicen, se amarró al piano pero sucedió algo rocambolesco; le confundieron con un arpa, como la que tocaba Arpo, el mudo de los hermanos Max, y dieron un concierto con él. El pobre hombre ha quedado tan dolorido que se ha ocultado dentro del Stradivarius que tenemos en el recibidor. Se hace pasar por una de las cuerdas y casi da el pego pues está flaco, pero no tanto, ¡caray!
Por lo demás es cierto lo del contenedor para mechero de gas, y ahí llegamos a lo que antes te decía del gaseoducto. El gas lo proporciona el mismo Pedro Cuyás por su naturaleza predispuesta a la creación de gas natural: mira si tiene una naturaleza bien dotada, en este aspecto, que la compañía del gas le ofreció un contrato millonario si aceptaba ser su proveedor. No aceptó pues era incomodo tener que llevar siempre puesto el gaseoducto en el trasero..., y ya ves cómo manipularon malintencionadamente la información.
No quieras estar en mi piel, pues estoy pasando momentos realmente lamentables, y recuerda los momentos de alegre juventud, tan lejanos ya, que disfrutamos antaño.
Un abrazo. Edmond

De esto han pasado casi diez años y,¡ afortunadamente, no he vuelto a perderlo!

21 sept 2012

La vida critica 21 Espero que estas tiras os sigan distrayendo

Confio que leer esta tira os distraiga un poco de todos los problemas que estan cayendo en nuestro país.
Por lo menos deseo que podais sonreir un rato.

18 sept 2012

Galeria de dibujantes- Capitulo 2 La revista Aventurero

MI RELACIÓN CON LA HISTORIETA

Como ya dije, profesionalmente, mi relación con la historieta empezó en Editorial Bruguera, aunque en realidad comenzó algunos años atrás, cuando solo era un niño. Naturalmente fue como lector. Yo no tuve una niñez de internado, como Carlos Giménez en Paracuellos, pero tampoco fue muy boyante. Como que no quiero convertir esta narración en un serial lacrimógeno, tan solo diré que no supe lo que era comer patatas hasta los cinco años y que, hasta entonces, viví con mis padres en una casa bombardeada durante la guerra, sin agua corriente ni luz eléctrica. Por esto tampoco era muy corriente que me compraran tebeos. A los siete años la situación no era tan mala, pero para conseguir leer más de lo que podía comprar tenia que recurrir al ingenio. Entonces vivíamos en la calle Viladomat, y en la esquina con Sepúlveda había un quisco cuyo dueño nos dejaba leer, a mis amigos y a mí, un par de tebeos a cambio de ir a repartir algunos periódicos y revistas por el barrio. Éramos tres y, si el hombre no se daba cuenta, nos intercambiábamos los tebeos escogidos por cada uno de nosotros y en vez de dos, leíamos seis. Así pude leer colecciones enteras de series como: “Suchai”, “Amok”, “El guerrero del antifaz”, “Juan Centella”, “Jorge y Fernando”, “Hazañas Bélicas”, y, naturalmente el”TBO” y “Pulgarcito”. Por aquella época, y en una parada de revistas usadas, encontré un pequeño tesoro: la revista “Aventurero”. En ella aparecían historietas americanas: “Flash Gordon” y “Rip Kirby” de Alex Raymond, “El Chiquito Abner”, etc. y enseguida me di cuenta de la diferencia de calidad entre unas y otras, comparándolas, por ejemplo, con “Roberto Alcázar y Pedrin”.
Aquellos dibujos me dejaron tan maravillado e impresionado que mi visión del dibujo y la historieta cambió radicalmente a partir de entonces.
Flash Gordon, Rip Kirby, Tarzan, Ben Bolt, Johny Hazard, Steve Canyon, Terry y los piratas, El Principe Valiente, etc. fueron para mi “la capilla Sixtina” de la historieta.
Todos los dibujantes de aquella época fuimos seguidores de algunos de estos artistas.
Algunos seguimos más la linea de Alex Raymond o John Cullen Murphy, y otros estuvieron influidos más por Milton Caniff o Frank Robins. Pero todos ellos fueron la fuente de que bebí ávidamente en mis primeros años.
Por esto quiero hacer aquí un homenaje a todos ellos. Sin sus magníficos dibujos la mayoría de ilustradores, posteriores a ellos como yo, no existiríamos. Los disfruté como aficionado y, más tarde, fueron mi fuente de inspiración como profesional.
 Rip Kirby, de Alex Raymond
 Ben Bolt, de John Cullen Murphy
Luis Ciclon, de Milton Caniff

17 sept 2012

La vida critica 19 - Me gustaba dibujar esta serie para El TBO

Actualmente prefiero dibujar desnudos, pero lo pasé muy bien realizando estas tiras humorísticas. En Bruguera decían que yo era un dibujante todoterreno pues podía hacer casi cualquier cosa que me pidieran.
Humor, fantasía, colegialas, serie negra, y es que me entusiasma dibujar y cada nuevo estilo es un reto.
Mañana publicaré en "Galeria de dibujantes" lo que influyeron en mi los grandes de la historieta americana como Alex Raymond, Milton Caniff, etc.

15 sept 2012

Mi vida en Bruguera - Capitulo 9 - Una larga noche en el Colegio Nacional


 
Ante todo quiero aclarar que, para mi, los años que colaboré con Ediciones B, fueron una prolongación de el tiempo de Bruguera, pues los redactores continuaron siendo algunos de los de aquella editorial. Miguel Pellicer, Gemma Bitrian, Julia Galan, etc. eran mis “amigos” y trabajar con ellos continuaba siendo como hacerlo con la familia.

Uno de los trabajos más interesantes de mi carrera, y lamentablemente más corto, fue la página de política que hice para la revista Tiempo, “Colegio Nacional”.
En la época que realizaba varias páginas para la revista TBO, de Ediciones B, pidieron muestras a varios dibujantes para una página de humor político para aquella revista. Me eligieron a mí, y así realicé las primeras páginas de “Colegio Nacional”, una historieta en la que los políticos españoles más importantes eran representados, como niños, asistiendo a un colegio en el que el director era el Rey.
Durante más de un mes hice el mismo ritual: dibujar una página a lápiz que se mandaba a la redacción de Madrid, por fax, (en aquella época, hace más de veinte años, el fax solo lo tenían las empresas importantes y no existía, como ahora, el “fax nuestro de cada día”) al día siguiente me daban la respuesta y si la aceptaban sin cambios, debía tenerla terminada un día después. Esto duró varias semanas, sin que publicaran ninguna de aquellas páginas que me pagaban religiosamente, hasta que un día me llamaron de la redacción a media mañana preguntándome si podía ir al aeropuerto, donde me esperaban ya con el billete para Madrid, y tomar el primer avión: tenía que dibujar una página aquella noche pues se imprimiría a la mañana siguiente. Salí a toda prisa, con el tiempo justo de coger papel, lápiz, pincel y acuarelas, y llegar al aeropuerto dónde me esperaban con un cartel indicando mi nombre.
Eran casi las seis de la tarde cuando llegué a la redacción de “Tiempo”, donde me esperaban Carlos Carnicero, con quien tuve una magnifica relación mientras duró aquella colaboración, y un grupo de redactores con quien discutimos el tema de la página que tenía que dibujar. Eran casi las nueve cuando Carlos y un par de redactores me llevaron a un bar cercano a comer algo, pues con todo el trajín del viaje no había probado bocado desde hacía horas. Allí empezó aquella larga noche: cuando me sirvieron,  en la estrechísima barra del bar, aquel enorme plato con un entrecot, se volcó sobre mi regazo y me dejó camisa y pantalones completamente manchados de aceite. Yo sólo había tenido tiempo de coger mis bártulos de dibujar, pero nada para cambiarme, o sea que hasta mi regreso a Barcelona lleve aquella ropa llena de “medallas”.
A las diez de la noche estaba completamente solo en aquella enorme planta, dónde estaba la redacción de la revista Tiempo. Me habían dado unas llaves, para que pudiera salir de allí, si es que conseguía encontrar la salida en aquel laberinto que desconocía por completo, y empecé a dibujar la página según el guión acordado. Más o menos a las dos de la mañana la tenía terminada a lápiz y tinta, y estaba empezando a dar el color cuando unos timbrazos, que no sabia de dónde diablos salían, rompieron la monotonía de la noche. Pensé que era un teléfono que sonaba, y que tal vez querían indicarme algo sobre mi trabajo, o sea que salí del despacho dónde estaba y comencé la búsqueda. A medida que avanzaba por los intrincados pasillos de aquel edificio, el sonido, que a veces se interrumpía, cada vez era más cercano: al fin, cuando pasaba frente a una puerta, que resultó ser la que daba al rellano, me di cuenta de que el timbre que sonaba era el de aquella puerta. La abrí, y frente a mí estaba un tipo que parecía salir de una historieta: llevaba una capa negra hasta los pies, la cabeza cubierta por un sombrero de ala ancha y me gritó, más que me dijo: “¡Coño, las llaves no estaban en su sitio y hace horas que estoy llamando!. Tengo que dejar unos carretes de la fiesta para que los revelen”, y se introdujo en los pasillos como un personaje de opereta y, sin mediar otra palabra, poco después me dejaba tan solo como antes. Nunca supe quien era, aunque imaginé que se trataba de uno de esos tipos que frecuentan las fiestas de la “jet set”, y que traía un carrete de fotos de una de ellas.
A las seis de la mañana había terminado la página y salí de allí en busca del Hotel Eurobuilding, donde me habían reservado una habitación. Me di una ducha, me tumbe en la cama hasta las ocho y volví a la redacción para entregar la página. A Carlos Carnicero le gusto mucho y al día siguiente salía publicada mi primera página en aquella revista. Seguimos así durante unos tres meses, sin ningún problema por parte de Carlos, pero con cambios habituales que casi siempre afectaban a la misma persona: cada vez que hacía salir, entre los otros “colegiales”, a Miguel Roca, alguien que nunca supe quien era me lo hacía cambiar por algún político de Alianza Popular. Carlos Carnicero me pedía disculpas, y se notaba que lo sentía, pero aquel tipo desconocido me hacía sentir como “un polaco en la corte del rey Juan Carlos”. Durante todo este tiempo estuve trabajando sin contrato y, al fin, unos tres meses después me hicieron volver a Madrid en compañía del director de la delegación de Barcelona, a quien yo entregaba los dibujos habitualmente. Una vez allí concretamos el precio definitivo, Carlos me dijo que le gustaba mi trabajo, y que al día siguiente fuera a la delegación de Barcelona, que estaba en el edificio del Grupo Z, para firmar el contrato. El precio era muy bueno y volví a la ciudad condal más contento que unas pascuas. La sorpresa llegó cuando, a la mañana siguiente, siguiendo sus instrucciones, fui a la delegación de Tiempo y el mismo director que el día anterior había estuvo conmigo en Madrid, y que debía darme el contrato para firmar, me dijo que no le habían dado ninguna explicación, pero que aquella página no se publicaría más. Jamás me dieron otra explicación y solo oí rumores de que no querían tener problemas, pues estaban en negociaciones para conseguir un canal de televisión. Y así terminó mi incursión en el fabuloso mundo del periodismo político.


14 sept 2012

La vida critica 18 - Una nueva tira para distraeros de los problemas diarios.

Mañana publicaré una divertida historia que me sucedió, en la redacción de la revista Tiempo, en Madrid.
Fué mi rapido paso por el mundo del periodismo politico.

12 sept 2012

La vida critica 17 - Despues de la manifestación de ayer, volvemos al trabajo

Un millon y medio de personas pidieron ayer la independencia en Barcelona. La mayoría, como yo, no eramos independistas. Han sido los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy los que lo han conseguido con su intento de acallar la voz de un pueblo.

11 sept 2012

Galeria de dibujantes . Manfred Sommer, un gran amigo.

A Manfred Sommer le conocí cuando yo tenía tan solo dieciséis años, o sea que fue, en realidad, mi primer contacto con la historieta profesional. Él estaba casado, entonces, con María Geniés, una preciosa chica con quien yo había ido a la escuela. Para mí poder hablar con un genial artista como él era un sueño hecho realidad. ¡Recuerdo que me caía la baba mirando aquellos dibujos fantásticos!
Pero supongo que la mayoría de vosotros conoce sus dibujos, habrá leído entrevistas y sabrá que historias y personajes dibujo en su dilatada vida profesional.
Yo hoy voy a contar algo que seguramente muy poca gente sabe. Cómo empezó a dibujar este gran artista, desgraciadamente, desaparecido.
Como ya expliqué en alguna ocasión, empecé a aprender a dibujar en el estudio de Fernando Aguiló, haciendo trabajos de publicidad y artes graficas. Uno de sus amigos era también Manfred, y Fernando me explicó como empezaron juntos trabajando en la primera película de dibujos animados que se realizó en España. Se trataba de “Garbancito de la Mancha” y que realizaron en los estudios Balet y Blay.
Los dos empezaron pasando a tinta, en celuloide, los dibujos que hacían a lápiz los animadores.
Sommer era entonces un chiquillo, pero lo más anecdótico era su forma de ir al trabajo, en contraste con sus compañeros. El provenía de una familia adinerada y, cada día, el chofer de la familia le llevaba y le recogía de los estudios, en un magnifico coche, como si se tratara un famoso actor de Hollywood. En aquella época, esto debía ser en 1948, en plena posguerra, había muy pocos coches en Barcelona. Tan solo lo tenían personas en muy buena posición económica, y ver un automóvil por la calle era algo extraño.
El dibujo que ilustra esta página es de Frank Cappa, uno de sus mejores trabajos en cómic; pero fue, también, un gran portadista y pintor. Alguna de las portadas de mi serie “Supernova” la pintó él.
Creo que ha sido uno de los mejores ilustradores de nuestro país, con categoría internacional. Trabajó para las mejores editoriales de todo el mundo, primero haciendo historietas y, después, portadas e ilustraciones.
Mantuve una buena amistad durante toda nuestra vida y me encontré con él tanto en Bruguera, como en el Club Din (un club de dibujantes e ilustradores que se creó en los años 70) y, por último en Selecciones Ilustradas, la única vez en la vida que hicimos una colaboración juntos. Fue en algo que jamás hubiéramos imaginado: ¡ilustrando cuentos de Barbie en un equipo del que también formaba parte Pepe González, desgraciadamente desaparecido también!
Eran dos cuentos al mes con treinta páginas ilustradas a color cada uno, que Manfred y yo hacíamos a lápiz y Pepe terminaba a color. Más adelante, yo también hice el terminado a color y fue la última vez que vi a Manfred con vida, comiendo con todo el equipo y los editores de Egmont, la editorial Danesa que los publicaba. Seguro que poca gente sabía ambas cosas: cuál fue el primer trabajo de este gran artista y cual, desgraciadamente, el último.
Contar con su amistad fue un privilegio.

10 sept 2012

La vida critica 16 - una nueva tira de esta serie para que os distraigais un rato

Para los aficionados a la historieta, mañana empezaré una nueva serie en la que presentaré algún dibujo de los artistas que, por un motivo u otro más me gustan, o han influido en mi vida profesional. Llevará por titulo "Galería de dibujantes". Comenzaré por Manfred Sommer.

8 sept 2012

El Salon del Cómic y la página desaparecida - Capitulo 8º

Los primeros años del Salón del Cómic de Barcelona, invitaron a todos los dibujantes e ilustradores del país a exponer nuestras obras en una exposición colectiva. Nos ofrecían un espacio dónde cabían cinco o seis páginas, protegidas por un cristal enmarcado, y la exposición era magnífica.
En el salón de 1985, que era el 5º que se realizaba, presenté varias páginas e lustraciones de distintos personajes. Una de ellas era esta, de Jan Europa, la primera página del episodio titulado “Ambrosía”.
El segundo día del salón, cuando fui a visitarlo vi, asombrado, que esta página había desaparecido. Aquel año los originales, estaban tan solo protegidos por un cristal que podía levantarse fácilmente y llevarse cualquiera de ellos. Pero la “afortunada” fue la mía.
Fui a la oficina de la dirección del Salón, me pidieron disculpas, pero me aseguraron que, en unos días, cobraría el precio en que había sido asegurada. Cuando entregábamos los originales nos daban a cambio un recibo con el precio en el qué, según decían, quedaba totalmente asegurada.
Pasaron los días, terminó el salón y, de una manera periódica, fui a reclamar el seguro que me habían prometido. Así pasó un mes, luego dos, tres, y cada vez me afirmaban que, en mi próxima visita, se  haría efectivo el importe del seguro (creo que eran 50.000 pesetas). Pero después de más de medio año me enteré de la realidad. Aquello no se consideraba un robo, pues no hubo violencia ni rompieron nada, sino tan solo un “hurto”, y el seguro no lo cubría.
A mí me dolieron, principalmente, dos cosas. En primer lugar que alguien me hubiese “hurtado” un original que dejaba la historia incompleta, cuando yo nunca había negado a ningún aficionado un dibujo si me lo pedían. Por suerte aquella página era la que aparecía en el catalogo del Salón, y pude hacer una copia de suficiente calidad. En aquella época las fotocopias no tenían la perfección de las actuales.
En segundo lugar, me dolió el engaño de la dirección de la Feria de Muestras, haciéndome creer durante meses, que recibiría el importe del seguro.
Pienso que la persona que cometió aquel “hurto”, con el paso de los años se habrá dado cuenta de que este no es modo de actuar en la vida. Y si alguien ve alguna vez el original de esta página, ya sabe su historia.
La próxima semana contaré algo divertido otra vez. Mi rápido paso por el mundo del comentario político en una historieta.

7 sept 2012

La vida critica 15 - Una nueva tira para los que seguis esta serie, que espero os siga gustando.

Mañana explicaré como me sustrajeron una página de Jan Europa en el Salón del Cómic de Barcelona de 1985, y como se las ingeniaron para no pagarme el importe en que estaba asegurada.

Retratos al oleo y acuarela

He realizado multitud de retratos en mi vida. Estos son los de mis padres. El de mi padre es una acuarela y el de mi madre un oleo pintado en 1967, hace muchisimos años.

5 sept 2012

La vida critica 14 - Una nueva entrega para los que seguis esta publicación.

Espero que os haga sonreír y hacer más llevadera "la crisis nuestra de cada día"

Como sucede con otros de mis personajes, estas tiras pueden adquirirse, pero los coleccionistas ya saben que tienen unos precios minimos que, un aficionado normal, no puede o no quiere asumir.
Os doy una opción, que aconsejo, para estos lectores que quieran tener una o varias de estas tiras, a un precio mucho más bajo.
Se trata de copias exactas, al mismo tamaño de los originales, a 25€ la tira. Naturalmente firmadas y dedicadas.

2 sept 2012

Creaciones Editoriales, la agencia de Bruguera - Capitulo 7º

Ilustracion para la revista Princes Tina que realicé a través de Creaciones.
Una guarrada de narices.

Creaciones Editoriales era la agencia para el extranjero de Editorial Bruguera. Rafael González era también en aquella época el director y, el agente en Londres, Luis Llorente.
 Nos hicimos amigos y esta amistad se ha conservado hasta el día de hoy, años después de que la agencia desapareciese también.
A través suyo he trabajado para Inglaterra, Escocia, Alemania y, sobre todo, Holanda. He dibujado durante 37 años para la revista Tina. Primero para Oberon, la única editorial de otro país donde encontré, entre los editores y redactores de la revista, verdadera amistad, como sucedía en Bruguera. Aún hoy conservo este privilegio con los editores, redactores, dibujantes y guionistas holandeses que aún viven. Patty Klein, Jan Steeman, Ernst Winkler Kitty Smit y Anne Marie Tassier. Fueron años de alegría, risas y amistad que ya no se repitieron al cambiar la revista de empresa.
Uno de los momentos en que hubiese deseado que la tierra me tragara sucedió en Ámsterdam hace un montón de años, el día que conocí a los editores por primera vez, después de trabajar para ellos desde hacía un par de años.
 Era una época de vacas gordas y los editores nos invitaron, a todos los colaboradores españoles que dibujábamos para ellos, a la celebración del 15 aniversario de la revista. Nos alojaron en uno de los mejores hoteles que había entonces, el Okura y, uno de los días, nos invitaron a una cena, con todo el equipo de redacción y editores, en un restaurante indonesio. Primero nos sirvieron un suculento aperitivo, en uno de esos barquitos que navegan por los canales de la ciudad, y allí empezó la tragedia. A mi no me gustan las comidas picantes y todo lo que servían aquella buena gente era peor que cien patatas bravas. Durante el trayecto todos empezamos a decir tonterías, a reír como posesos y, naturalmente, a llorar de tanto hacerlo. Esto duró más de dos horas hasta que, al fin, fuimos al restaurante a cenar. Allí ya nos dolía todo el cuerpo de tanta carcajada y la más mínima pequeñez nos dejaba sumidos en una hilaridad casi patológica. Entre dibujante, guionistas y editores éramos unos treinta que nos sentamos en una mesa en forma de T. Yo estaba sentado frente a la jefe de redacción y, digamos que en la parte superior de la T, a mi lado, estaban los editores. Muy cerca, al lado de la editora, frente a mí, estaba Purita Campos y su cara era todo un poema, congestionada de tanta risa: De pronto, y después de tantas cosas picantes, nos sirvieron una sopa que era comestible y, además, estaba muy buena. Cuando yo tenia la boca llena de caldo alguien dijo: “Esta sopa esta hecha con pelos de rabo de ballena” y como que en aquellos momentos todo nos hacia gracia, yo estallé en una carcajada contenida. Digo lo de “contenida” porqué, para no lanzar todo el liquido a la cara de la editora, mantuve la boca apretada y la risa salió por el único espacio posible: La nariz. Me salieron un par de candelas enormes, como aquellas que les cuelgan a los crios, pero en mi avergonzada nariz. En aquel momento, mientras treinta pares de ojos me miraban asombrados, fue cuando deseé que la tierra me tragara. Desgraciadamente no fue así y, después de limpiarme, naturalmente, seguí cenando sin atreverme a levantar la vista.
Afortunadamente, desde entonces, han cambiado varias veces de editores y no queda nadie, en la redacción de la revista, que pueda recordar aquel acontecimiento funesto que yo jamás olvidaré.